miércoles, 1 de septiembre de 2010

ESPONDILITIS ANQUILOSANTE

Síntomas y Signos:  
  • Dolor de espalda
  • Rigidez articular
  • Uveítis (inflamación de úvea)
La Espondilitis Anquilosante o Anquilopoyética (EA) es una enfermedad reumática que causa inflamación de las articulaciones de la columna vertebral y de las sacroilíacas. Se suele manifestar con fases de dolor lumbar, puede afectar a toda la columna y a las articulaciones periféricas y ocasiona dolor en la columna y en las articulaciones, rigidez vertebral, pérdida de movilidad y deformidad articular progresiva. Puede acompañarse de manifestaciones extraarticulares, como inflamación en los ojos o en las válvulas del corazón. Se manifiesta con dolor nocturno y la pérdida de movilidad en la región lumbar son manifestaciones precoces. Aunque, en la mayoría de los casos los síntomas comienzan en las zonas lumbar y sacroilíaca, suele afectar también a los segmentos cervical y dorsal de la columna. Inflamación ocular. Daño en las válvulas cardíacas. En otras ocasiones, la espondilitis anquilosante precede al desarrollo de una enfermedad inflamatoria intestinal y algunos pacientes presentan fiebre elevada, fatiga, pérdida de peso y anemia. Otras enfermedades viscerales u óseas, pueden confundirse con una EA. Sin embargo, pueden distinguirse mediante la evaluación analítica para demostrar inflamación, anemia o positividad del HLAB27 (marcador genético). Asimismo, las radiografías y gammagrafías óseas pueden mostrar cambios característicos.


La espondilitis anquilosante suele producir brotes sucesivos de dolor lumbar, con o sin síntomas de artritis (en hombros, caderas, rodillas o tobillos) o de inflamación en los puntos de unión de tendones y ligamentos al hueso. Durante las fases en las que la enfermedad remite, el paciente no presenta síntomas de la enfermedad y puede desempeñar las actividades que le exige su vida cotidiana. Sólo aquellos pacientes cuya cadera se vea afectada o desarrollen anquilosis entre las vértebras pueden sufrir pérdidas más o menos graves de la función articular.


Diagnóstico:
Ante la sospecha clínica de espondilitis anquilosante deben realizarse algunas exploraciones complementarias. La radiografía simple de las articulaciones sacroilíacas revela el grado de lesión y su extensión a la columna.Suele realizarse mediante una anamnesis (historial médico) y una exploración física. Los análisis de sangre y orina pueden ayudar a apoyar el diagnóstico por ejemplo, manifestando la presencia en sangre del antígeno HLA-B27, o pueden determinar la intensidad mayor o menor del proceso inflamatorio que sufre el paciente.


Tratamiento:
Entre los antiinflamatorios indicados para aliviar los síntomas y disminuir la inflamación, el fármaco más utilizado es la indometacina, consiguiendo aliviar el dolor y reducir o suprimir la inflamación articular, lo cual permitirá una mejor calidad de vida del paciente, y evitará que se produzcan molestias durante el descanso nocturno. La uveítis (inflamación de la úvea), se trata mediante la administración local de corticoides.
Sulfasalacina: puede ser beneficiosa en los casos más graves.
Metotrexato: Se utiliza fundamentalmente para detener las artritis de las articulaciones periféricas.
Rehabilitación: es esencial que los individuos que padecen espondilitis anquilosante realicen los ejercicios físicos recomendados por el reumatólogo. Así, debido a que la enfermedad suele provocar una deformación de la columna vertebral (curvatura hacia delante) es conveniente que el paciente practique deportes que fortalezcan la espalda. Sin duda, el mejor ejercicio para ello es la natación. Asimismo, los ejercicios respiratorios aumentarán la capacidad pulmonar.
Cirugía: solo en algunas ocasiones, cuando las articulaciones están muy dañadas y se ha perdido la movilidad, es necesaria la intervención quirúrgica.


La terapia nutricional y la terapia con plantas (fitoterapia), dan resultados en la acción antiinflamatoria y analgésica, el tratamiento se complementa con plantas sedantes, como la pasiflora y el tilo.

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